viernes, 23 de diciembre de 2011

El caso es tener planes

El domingo nos vamos los tres a comer a un restaurante y luego al cine.
Desde que decidimos ser coherentes y no celebrar una fiesta impuesta, hago planes, me anticipo unos días, reservo mesa y saco las entradas. Y lo pasamos tan ricamente.
Es decir, disfrutamos de los placeres del descanso y del ocio sin pasar por largas e hipócritas reuniones familiares que te dejan hecho polvo.
El lunes, como aquí también es fiesta, aprovecharemos el buen tiempo y nos iremos a la montaña con la perrita, ella correrá a sus anchas y nosotros respiraremos aire puro.
Se me olvidaba, mañana por la noche, como todos los sábados, nos quedamos en casa viendo algo grabado, sin anuncios.
En resumidas cuentas, si quiero ver a la familia y comer con ellos tengo todos los días del año. Ya los veré cuando me apetezca, si es que algún día me apetece.
Debería cambiar todo este tinglado, ya dura mucho tiempo y va de mal en peor. Consumismo en su estado más puro. Las tradiciones han de ser eso, tradiciones, y no ir más allá, cruzando las fronteras e importando cualquier cosa sin importarnos lo más mínimo las consecuencias.
Si te sumerges en el abismo te deseo suerte amigo y que salgas lo menos perjudicado posible. Si eres de los nuestros y practicas el libre albedrío, o mejor dicho, escapas como puedes, además de suerte te deseo fuerza para resistir, un consejo, haz planes.
Los planes nos ahorran pensamientos impuros y falsa culpabilidad.
Si fuera rica, muy muy rica, me iría a pasar estos días, ¡qué digo estos días!¡todo el invierno! al otro hemisferio, guardaría los abrigos y la triste ropa oscura y a la playa a bañarme y a tomar el sol, en chanclas y manga corta.
Pero no lo soy, rica digo, así que me conformaré con lo de ir a comer "fuera de casa" y al "cine".

No hay comentarios:

Publicar un comentario