El caso es que llegó mi hija tarde, estuvo patinando con las amigas, en la pista de hielo de la plaza Cataluña. Gran idea, el que la tuvo, se van a forrar, aunque no lo parezca. Y no sigo que me voy del tema.
Resulta que se sienta en la mesa a cenar, quiero decir, se sienta en la silla para cenar en la mesa, y nos suelta:
-¿A que no sabéis lo que hemos visto? (supersonriente)
- y ¿a que no sabes lo que hemos visto nosotros? (le pregunto a modo de respuesta, también supersonriente)
Nos miramos las dos supersonrientes, le sigo preguntando:
- ¿y era de color blanco y rosa?
Efectivamente, es lo que pensáis, habían visto al cerdito de la esquina en la esquina, y no sólo visto, sino que lo habían tocado y le habían dado de comer. ¡Qué casualidad!. Mi hija, en cuestión de animales, no le hace ascos a ninguno. Y mira tú por donde que se enteraron de cosas, como por ejemplo de que estaba allí eventualmente, porque no vive en un piso cotidianamente. Ahora, eso sí, es una mascota.
Una mascota que, como se ponga de moda....
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