En la ciudad o en el pueblo, en el estrés o en el aburrimiento.
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El ser humano no sabe estar solo |
Soy de "ciudad" aunque nací en el hospital del pueblo grande de "J", a dos horas del pueblo pequeño de "Z", de donde eran mis padres. Mi madre tenía problemas para dar a luz y no lo hizo en casa, como la mayoría.
- Casi no nazco, no quería salir, ya intuía lo que me esperaba en este mundo cruel. Pero el cura se empeñó, convenció al médico y se salieron con la suya, o mejor dicho, salí yo.
¡Gracias! mil y una veces les di por traerme con ellos a "B", inmejorable ciudad marítima, mediterránea, magnífica, la ciudad de las "emes", donde resido y residiré.
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de este pueblo sí que soy |
Cuando sales de vacaciones y recorres kilómetros de carreteras del interior (o de costa en invierno),
recuerdas lo bien que vives enlatado en tu pisito del barrio, rodeado de amables vecinos que te saludan cada día pero que no te conocen. A menos que te los encuentres en un país extranjero claro, entonces nos reconocemos, por el idioma que nos une. Se nos distingue por la alegría que mostramos, porque a fin de cuentas nos tenemos las caras muy vistas.
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cambio de estación: sueño y no descanso |
Regresando al fin de semana pasado, el aislamiento fue la causa de las tremendas ideas que me pasaron por la mente, fugaces pero repetitivas, delicadamente peligrosas. Es arriesgado someterse al calor y al viento de las tierras secas de la Cataluña profunda, más cuando padeces de alergia y la gramíneas están en pleno apogeo. El azul del mar y el verde de los prados...superan al blanco y al polvo de la piedra. Cada uno encuentra su lugar y aún así se resiste y prueba por si acaso hubiera otro más idóneo y perfecto. ¡Cómo somos! necesitamos cerciorarnos a pesar de tener pistas suficientes, de sobras. No más pueblos.
Si sé lo que me gusta ¿para qué me arriesgo a sufrir ataques de ansiedad y picores?
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donde sea menos al pueblo |
Y para colmo el cura, la misma tarde de nuestra llegada y sin venir a cuento, nos abre la Iglesia en exclusiva, nos hace una visita guiada personalizada, del templo y sus dependencias, ¡cuánto honor!, esto no se lo hace a cualquiera. Y al día siguiente de camino al monasterio, como si se tratara de una película, misa cantada por los frailes uniformados y demás categorías religiosas vestidas de rojo, se distinguían muy al fondo. ¡Tantos pueblos, tantas iglesias! Es el poder.
Felipe VI, me suena a la edad media.
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¿todos somos iguales? |